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La escasez económica provocará la ausencia de modelos para Van Gogh por lo que Vincent, que no quería pintar a partir de la imaginación como Gauguin u otros artistas, utilizará sus objetos más personales como elementos de la composición, elaborando una amplia serie donde sus botas serán las protagonistas.

Gracias a ello moderniza el concepto de bodegón hasta entonces utilizado ya que abandona los objetos tradicionales del Barroco.

 Las dos viejas botas se sitúan en el suelo, tomando éste una tonalidad amarillenta por efecto del potente foco de luz que ilumina al par de zapatos, consumidos y desgastados, representados con una pincelada  suelta y empastada. 

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